10 enero 2007

Del año que comienza


Hace dos años que no hago balances, ni hago listas de propósitos al nuevo año. Ambos han bailado entre el no poder y el no querer. Habitualmente, el día 30 de diciembre me llamaba el lápiz y el papel, y este año también, pero únicamente para darme cuenta de esto, de que habían sido dos años sin balances ni propósitos, y eso en cierta forma me gustó. Quizá porque por primera vez, no quiero mirar más atrás ni más alante del día que estoy viviendo.
Esto no implica haya corrido un tupido velo, porque continuamente me azotan los recuerdos, y los recibo con satisfacción y sin hacer análisis de ellos, y eso también me gusta. Si hiciera balance, diría que han sido dos años más bien raros pero intensos, y les pondría un gran positivo, y les llamaría del cambio y del reencuentro. Me había perdido en el monte y la pinocha me impedía ver el camino ... ¿hacia dónde?... hacia mí por supuesto. He aprendido muchas cosas estos años, y el sano egoísmo quizá sea una de ellas.

El tren 2007 ha partido ya, y espero que a mí y aquellos que de vez en cuando se asoman a este rincón, nos pasee por lindas estaciones.

Amartya, a 10 de enero de 2007

(Vista del Pico Teide desde el Valle de Ucanca, una tarde de abril del 2005)