30 julio 2006

La Poesía deja Volar

Este texto es como un espejo que refleja mi imagen más profunda. No soy ni Violeta Parra, ni María Zambrano, ni Alfonsina Storni y mucho menos Frida Kahlo, solo una mujer que pasa mucho tiempo con sus silencios y necesita de la palabra escrita para volar.
La Poesía deja Volar

La poesía es desnudar el alma y contar el estado de
nuestro espíritu, es dejar sobre papel lo más íntimo, un algo de nuestra
subjetividad, es plasmar el orden simbólico con el que actuamos o los resortes
más profundos que nos impulsan a vivir y a descifrar los códigos para estar.

Durante siglos, estuvimos sin derechos recluidas en la
casa, en la huerta, en el convento y nos quedó la palabra, la palabra para
expresar nuestros sentimientos, para educar a los hijos, para pensar y arrebujar
nuestras cuitas y enojos en lo más hondo.
“Gracias a la vida que me ha dado
tanto/ me ha dado el sonido y el abecedario/ con él las palabras que pienso y
declaro…” escribió y cantó Violeta Parra, la legendaria chilena que nos regaló
su saber mediante la palabra.

María Zambrano, la pensadora y filósofa española dice que
el pensamiento griego surgió con la separación entre lo sagrado y el pensamiento
lógico por lo que el pensamiento contemporáneo se encuentra basado en la razón
ciega, lo que para otros es la irrupción de la conciencia en Atenas.

Ella considera la necesidad de abrirnos a lo divino y lo
“divino” está dentro, para otros es la autonomía del individuo que podrá
proyectar lo que pertenecía a lo sagrado sobre un individuo de carne y hueso.

De cuanto si estoy segura es de la urgencia de airear el
inconsciente y convertirlo en palabra, y esa palabra transformarla en versos, en
poesía, no importa que para el mundo esté devaluada porque ella no pide ni
produce bienes materiales, con ella damos, nos entregamos. Parafraseando a María
Zambrano necesitamos expulsar esa nada del paraíso de la razón.
Dejar
nuestro imaginario plasmado, darle vida a los fantasmas nos enfrenta al espejo,
a ese otro yo o ese ser desconocido, nos dota de alas para llevarnos lejos, a
conocer otros mundos, al mundo de la creación. Frida Kahlo lo representó con su
pintura, otro camino para reconocerse. “Pies para que os quiero si tengo alas
para volar.”

Alfonsina Storni, la poeta argentina nos dejó
confidencias y reflexiones. “Anda, date a volar, hazte una abeja/ en el jardín
florecen amapolas, y el néctar fino colma las corolas; mañana el alma tuya
estará vieja.”

Alejandra Pizarnik, también argentina, se confiesa en
“Esta lúgubre manía de vivir/ esta recóndita humorada de vivir/ te arrastra,
Alejandra, no lo niegues/. Hoy te miraste al espejo/ y te fue triste, estabas
sola,/ la luz rugía, el aire cantaba/ pro tu amado no volvió.”

Ellas lo han podido expresar, contar, discernir. Cada una
de nosotras lleva entro su propia locura e inquietudes, sus amores y desamores,
sus mezquindades, sus duelos quizá sin hacer que podemos transformar en
creación, en poesía, y en poesía podemos convertir hasta el silencio. Silencio
indeterminado/lejos del tiempo/ ausente de espacio/ graves y agudos
recuerdos/…Silencio sacro/ de espíritus, almas y dioses/ amos del silencio…/
¡Qué retumben!/ ¡Qué retumben! Que retumben/ las voces del silencio.
Fabiola Calvo-Periodista colombiana residente en Madrid,
premio 2003 La Mujer en la Unión Europea.

Amartya, 30/07/06